Luces de
Bengala, como señala su prólogo, plantea al lector una seria cuestión: el
sentido de la solidaridad humana. ¿Qué nos mueve a ayudar a los demás, a
desconocidos inmersos en la pobreza, la enfermedad o el desamparo… Cada vida es
única y también por tanto los motivos que impulsan a la acción.
Fernando me
ha ido contando su experiencia como voluntario en el corazón de una India
endiosada y otra desconocida y profunda. Me ha relatado una serie de
acontecimientos que solo se pueden vivir desde la más pura esencia del ser, es
decir, desde lo más profundo del alma.
Lejos del
turismo o negocio espiritual, Fernando se adentra en las raíces de la pobreza,
comparte y convive con quienes la padecen. Sabía que el camino está ahí y solo
faltaba caminarlo.
Fernando
Mesquida ha participado en las actividades del IIMN (Instituto Indio para
Madres y Niños), ha apadrinado a una niña y ha devuelto la sonrisa a otras.
Me gusta cómo
nos cuenta su recorrido por la India de la miseria, por los templos y lugares
sagrados, por las mañanas del caos, por las noches del Ganges y el
multiperfecto color de su paisaje.
Me gusta como
cuenta el éxtasis vivido ante el esplendor y la belleza allá en las fuentes del
Ganges o en el Himalaya, en cualquier aldea perdida o en una gran ciudad como
Benarés o Calcuta. Su lenguaje poético da fuerza y viveza a los acontecimientos….”hay
gente andando, sentada o tumbada en el suelo, esparcida al azar como los cuentas
de un ábaco roto. Hay cuervos volando o posados sobre cúpulas y tejados, como
celosos centinelas de la pobreza y el desgarro de cada rostro.”
He observado
lo que él observa: la miseria y la suciedad como algo que brota naturalmente,
como si estuviera dentro de lo que es lógico, y a la vez, contrasta con el
colorido del paisaje que se transfunde en los saris que visten las mujeres
indias.
Me gusta
cuando dice que conoció el significado de la diosa Kali:: el poder de la mujer,
en esa dimensión maternal de la que se impregnan los demás dioses. La fuerza de
Kali lo abarca todo, integrando vida y muerte, morir para renacer ( Brahman el
creador y Shivá el destructor). Así todos los que mueren son devueltos al río
que fluye y les dará nueva vida, quizá sean las mismas aguas que en los versos
del poeta Jorge Manrique a la muerte de su padre refleja “…. nuestras vidas son los ríos que van a dar
a la mar, que es el morir, todos chicos, medianos y los grandes…”
Fernando, un
buscador que en este recorrido por la India como voluntario ha ido dando,
recibiendo y crecimiento.
Un viajero solidario. Un verdadero viaje espiritual.
Un viajero solidario. Un verdadero viaje espiritual.
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