viernes, 11 de febrero de 2022

"EL MÚSCULO DEL ALMA"

 


Son muchos los profesionales de la ciencia que estudia la anatomía y fisiología del cuerpo humano que nos han aportado información de nuestro aparato músculo-esquelético, destacando de una manera muy singular el psoas ilíaco o íleopsoas.

Una de las cualidades de este músculo es que se acorta cuando esta relajado y se alarga mientras está trabajando, al contrario que la mayor parte de la musculatura. Este es el motivo por el que surge un acortamiento en el caso de las personas sedentarias. El pasar muchas horas sentadas: personas que tienen trabajo en oficina, conductores, estudiantes, etc. Si a esto le sumamos una postura incorrecta por el uso del ordenador o por no utilizar un asiento inadecuado el efecto se multiplica.

José Ángel Dolón  destaca la importancia que tiene en el aspecto funcional y emocional de la persona:

El psoas forma parte de uno de los mayores complejos musculares del cuerpo, y en la mayoría de los casos de desequilibrio muscular desempeña una función clave. "Sede del alma" o "músculo del alma”, son algunas de las expresiones de respeto empleadas para denominarlo sobre todo en la cultura oriental. Todas ellas señalan el fuerte impacto de este músculo sobre nuestra estructura, órganos y el estado energético de nuestro ser. El psoas es importante para nuestra salud, vitalidad y bienestar emocional.

COMPONENTE EMOCIONAL

Algunos estudios recientes consideran además al psoas, un órgano de percepción compuesto por tejido bio-inteligente que encarna, literalmente, nuestro deseo más profundo de supervivencia y de florecer. Es decir, es el mensajero primario del sistema nervioso central, por lo que es considerado también como un portavoz de emociones (“de las mariposas en la tripa”). Esto es debido a que el psoas está conectado con el diafragma a través del tejido conectivo o fascia, por lo se ve afectado tanto en la respiración, como en el miedo reflejo.

Con un abdomen habitualmente en tensión y comprimido, una vitalidad disminuida y una respiración alterada, es comprensible que el psoas conlleve alteraciones emocionales ya que un estilo de vida acelerado y el stress generan adrenalina que crónicamente tensan el  psoas, preparándolo para correr, entrar en acción o encogerse para protegernos. Si constantemente mantenemos el psoas en tensión debido al estrés, con el tiempo comienza a acortarse y a endurecerse. Se dificultará así nuestra postura y las funciones de los órganos que habitan en el abdomen, dando lugar a dolores de espalda, ciáticas, problemas de disco, degeneración de la cadera, menstruaciones dolorosas o problemas digestivos. Igualmente, la sensación permanente de inseguridad que algunas personas experimentan puede estar directamente conectada con el sobreesfuerzo continuo por mantener el equilibrio del esqueleto.

Por otro lado, un psoas tenso manda señales de tensión al sistema nervioso, interfiere en el movimiento de los fluidos y afecta a la respiración diafragmática. De hecho, el psoas está tan íntimamente involucrado en las reacciones físicas y emocionales básicas, que cuando está tensionado de forma crónica, está enviando al cuerpo continuas señales de peligro, por lo que puede repercutir en el agotamiento de las glándulas suprarrenales y del sistema inmunológico. Éste está íntimamente conectado con la ancestral reacción de “lucha-huida” que permite a los animales defenderse en una situación de peligro, cuando deben enfrentarse a un agente externo. Esta situación se ve agravada por la forma de sentarnos o  por las posturas de nuestros hábitos diarios, que reducen nuestros movimientos naturales y constriñen aún más el músculo. Si nos sentimos agresivos a menudo, y sin razón aparente, es posible que el psoas tenga mucho que ver.

Son muchas las posturas de YOGA que trabajan para liberar la tensión innecesaria del psoas; pues un psoas relajado nos permite fluir, jugar con la vida y desplegar nuestra vitalidad y expresión creativa.

Un psoas liberado permite alargar mucho más la parte delantera de los muslos y permite a las piernas y la pelvis moverse con mayor fluidez e independencia. Mejora la posición de la columna y de todo el torso, con la consecuente repercusión en la mejora de las funciones de los órganos abdominales, en la respiración y en el corazón. Cuando cultivamos la salud de nuestro psoas se reavivan nuestras energías vitales y conectamos de nuevo con nuestro potencial creativo.

El psoas sería como un órgano de canalización de la energía, un núcleo que nos conecta a la tierra, nos permite crear un soporte firme y equilibrado desde el centro de nuestra pelvis. Así, la columna vertebral se alarga y a través de ella, puede fluir toda nuestra vitalidad.

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